viernes, 7 de junio de 2013

Estrategias de Aprendizaje



Las estrategias de aprendizaje, son el conjunto de actividades, técnicas y medios que se planifican de acuerdo con las necesidades de lapoblación a la cual van dirigidas, los objetivos que persiguen y la naturaleza de las áreas y cursos, todo esto con la finalidad de hacer más efectivo el proceso de aprendizaje.

Al respecto Brandt (1998) las define como, "Las estrategias metodológicas, técnicas de aprendizaje andragógico y recursos varían de acuerdo con los objetivos y contenidos del estudio y aprendizaje de la formación previa de los participantes, posibilidades, capacidades y limitaciones personales de cada quien".

Es relevante mencionarle que las estrategias de aprendizaje son conjuntamente con los contenidos, objetivos y la evaluación de los aprendizajes, componentes fundamentales del proceso de aprendizaje.


Siguiendo con esta analogía, podríamos explicar qué es y qué supone la utilización de estrategias de aprendizaje, a partir de la distinción entre técnicas y estrategias:
TÉCNICAS: actividades especificas que llevan a cabo los alumnos cuando aprenden.: repetición, subrayar, esquemas, realizar preguntas, deducir, inducir, etc. Pueden ser utilizadas de forma mecánica.
ESTRATEGIA: se considera una guía de las acciones que hay seguir. Por tanto, son siempre conscientes e intencionales, dirigidas a un objetivo relacionado con el aprendizaje.

Elementos que intervienen en la pedagogía


Los elementos fundamentales de la Pedagogía son:Biología, Psicología, Sociología, Antropología, Filosofía, Historia y Medicina.
Su objeto de estudio son las leyes de la educación del hombre como ser social.
Es un proceso organizado.
Participan Pedagogos y educandos.
Estudia los fines, el contenido, los medios y métodos de la actividad educativa.
Los elementos de la Didáctica son: Maestro, Alumno, Asignatura o contenido.
Hay otros elementos importantes´para el desarrollo de la enseñanza aprendizaje son los medios: geográfico, económico, cultural y social.
En la introducción de la obra "El carácter científico de la Pedagogía en Cuba" de estos propios autores se plantean algunas interrogantes, que como se señala, no tienen el propósito de darles una respuesta acabada, sino como una forma de orientar las reflexiones y toma de posición acerca de la legitimidad o no de considerar la Pedagogía como una ciencia, sus concreciones y particularidades.
El análisis lógico-histórico realizado; la búsqueda de respuestas en el desarrollo de las ideas pedagógicas en Cuba, a partir del siglo XVIII y hasta el momento actual; la aproximación a las polémicas y debates acerca del carácter científico de la Pedagogía que se han producido en las últimas décadas en diversos países y fundamentalmente en América Latina, han permitido arribar a algunas consideraciones y a una toma de posición sin pretensiones de verdad absoluta, sino como punto de partida para el análisis y reflexión de todos aquellos que, de una u otra forma participan en el trabajo pedagógico, desde la investigación científico-pedagógica, la orientación y proyección educacional, su dirección y control, hasta su más alto expresión y su verdadera concreción en la práctica.
La educación es una institución social que ha alcanzado tan alto grado de complejidad que para abordarla se hace necesario el concurso de diversas ciencias que la incluyen en su campo de estudio y utilizan su aparato categorial.

Que Es Psicología


Es la ciencia que trata de la conducta y de los procesos mentales de los individuos.2 La palabra latina psicología fue utilizada por primera vez por el poeta y humanista cristiano Marko Marulić en su libro Psichiologia de ratione animae humanae (Psicología de la naturaleza del alma humana) a finales del siglo XV o comienzos del XVI.3

La Psicología explora conceptos como la percepción, la atención, la motivación, la emoción, el funcionamiento del cerebro, la inteligencia, la personalidad, las relaciones personales, la consciencia y la inconsciencia. La Psicología emplea métodos empíricos cuantitativos de investigación para analizar el comportamiento. También podemos encontrar, especialmente en el ámbito clínico o de consultoría, otro tipo de métodos no cuantitativos. Mientras que el conocimiento psicológico es empleado frecuentemente en la evaluación o tratamiento de las psicopatologías, en las últimas décadas los psicólogos también están siendo empleados en los departamentos de recursos humanos de las organizaciones, en áreas relacionadas con el desarrollo infantil y del envejecimiento, los deportes, los medios de comunicación, el mundo del derecho y las ciencias forenses. Aunque la mayor parte de los psicólogos están involucrados profesionalmente en actividades terapéuticas (clínica, consultoría, educación), una parte también se dedica a la investigación desde las universidades sobre un amplio rango de temas relacionados con el comportamiento humano.

Que Es Pedagogía


Es la ciencia que tiene como objeto de estudio a la educación. Es una ciencia perteneciente al campo de las Ciencias Sociales y Humanas, y tiene como fundamento principal los estudios de Kant y Herbart. Usualmente se logra apreciar, en textos académicos y documentos universitarios oficiales, la presencia ya sea de Ciencias Sociales y Humanidades, como dos campos independientes o, como aquí se trata, de ambas en una misma categoría que no equivale a igualdad absoluta sino a lazos de comunicación y similitud epistemológica.

El objeto de estudio de la Pedagogía es la educación, tomada ésta en el sentido general que le han atribuido diversas legislaciones internacionales, como lo referido en documentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y los propios de cada país (como las leyes generales o nacionales sobre educación). También es posible encontrar la palabra formación como objeto de estudio de la Pedagogía, siendo educación y formación vocablos sinónimos en tal contexto (existe un debate que indica que son términos diferentes).

La Pedagogía estudia a la educación como fenómeno complejo y multirreferencial, lo que indica que existen conocimientos provenientes de otras ciencias y disciplinas que le pueden ayudar a comprender lo que es la educación; ejemplos de ello son la Historia, la Sociología, la Psicología y la Política, entre otras. «La Pedagogía está conformada por elementos teóricos y por metodologías, métodos y técnicas que tienen la intención de comprender al proceso educativo, formal e informal, e incidir efectiva y propositivamente sobre él... Es la Pedagogía la Ciencia de la educación.».1 En este contexto, la educación tiene como propósito incorporar a los sujetos a una sociedad determinada que posee pautas culturales propias y características; es decir, la educación es una acción que lleva implícita la intencionalidad del mejoramiento social progresivo que permita que el ser humano desarrolle todas sus potencialidades.

Psicología y Pedagogía


LA EVOLUCIÓN DE LA PEDAGOGÍA

No se trata aquí, en absoluto, de partir de consideraciones teóricas, sino de los mismos hechos que tarde o temprano las hacen necesarias. A este respecto son instructivos tres tipos de datos a la vez dispares y escogidos entre muchos otros.

DESCONOCIMIENTO DE LOS RESULTADOS.

La primera y sorprendente constatación que se impone en el intervalo de treinta años es la ignorancia en la que hemos permanecido en cuanto a los resultados de las técnicas educativas. En 1965, tanto como en 1935, desconocemos lo que queda de los diferentes conocimientos adquiridos en las escuelas de primero y segundo grado después de 5, 10 o 20 años entre representantes de los diferentes medios de la población. En efecto, poseemos informes indirectos como los de los exámenes post-escolares de los reclutas que tienen lugar en el ejército suizo, y cuya sorprendente historia entre 1875 y 1914 ha contado P. Bovet (especialmente, los ejercicios intensivos de repetición organizados en numerosas localidades para enmascarar los resultados desastrosos a que daban lugar estos exámenes cuando no hablan sido preparados por un adiestramiento de última hora). Pero nada se sabe con precisión sobre lo que queda, por ejemplo, de las enseñanzas de geografía o historia en la cabeza de un campesino de 30 años o sobre lo que un abogado ha conservado de los conocimientos de química, física o incluso geometría adquiridos en las clases del instituto. Se nos dice que el latín (y en ciertos países el griego) es indispensable para la formación de un médico, pero, para controlar una afirmación tal y para disociarla de los factores de protección profesional interesados, ¿se ha intentado alguna vez evaluar lo que queda de esta formación en el espíritu de un doctor (y haciendo la comparación con médicos japoneses o chinos tanto como con europeos en lo referente a las relaciones entre el valor médico y los estudios clásicos)? Y, sin embargo, los economistas que han colaborado en el Plan general del Estado francés han exigido que se organicen controles de rendimiento de los métodos pedagógicos.

Se dirá que la retención de los conocimientos no tiene relación con la cultura adquirida; pero ¿cómo evaluar esta última al margen de juicios singularmente globales y subjetivos? Y la cultura que cuenta en un individuo particular ¿es siempre la que resulta de la formación propiamente escolar, una vez olvidado el detalle de los conocimientos adquiridos al nivel del examen final, o es la que la escuela ha conseguido desarrollar en virtud de incitaciones o intereses independientemente de lo que parecía esencial en la formación llamada básica? Incluso la cuestión central del valor de la enseñanza de las lenguas muertas, a título de ejercicio susceptible de transferir sus efectos bienhechores en otros dominios de actividad, sigue estando hoy tan poco contrastada por la experiencia como hace treinta años, a pesar de un cierto número de estudios ingleses. Y el educador se encuentra reducido a dar sus consejos sobre temas tan capitales apoyándose no en un saber, sino en consideraciones de buen sentido o de simple oportunidad (tal como el número de las carreras inaccesibles a quien no ha pasado por el trámite prescrito).

Por otra parte, hay enseñanzas evidentemente privadas de todo valor formativo y que continúan imponiéndose sin saber si cumplen o no el fin utilitario que se les ha conferido. Todo el mundo admite, por ejemplo, que para vivir socialmente es necesario saber ortografía (sin discutir aquí la significación racional o puramente tradicionalista de una obligación tal). Pero lo que no se sabe nunca de forma decisiva es si una enseñanza especializada de la ortografía favorece, es indiferente o se hace a veces perjudicial para este aprendizaje. Algunas experiencias han mostrado que los registros automáticos debidos a la memoria visual conducen al mismo resultado que lecciones sistemáticas: entre dos grupos de alumnos, uno de los cuales había seguido una enseñanza de la ortografía y el otro no, se dieron calificaciones equivalentes. Sin duda, esta experiencia continúa siendo insuficiente al faltarle la extensión y las variaciones necesarias; pero es casi increíble que en un terreno tan accesible a la experimentación y en el que entran en conflicto los intereses divergentes de la gramática tradicional y de la lingüística contemporánea, el pedagogo no organice experiencias continuadas y metódicas y se contente con resolver las cuestiones basándose en opiniones que el “buen sentido” recubre, de hecho, más de afectividad que de razones efectivas.

En realidad, para juzgar el rendimiento de los métodos escolares sólo se dispone de los resultados de los exámenes con que se finaliza el período escolar y, en parte, de ciertos exámenes de oposiciones. Pero en ello hay a la vez una petición de principio y un círculo vicioso.

En primer lugar, una petición de principio porque se postula que el éxito en los exámenes constituye una prenda de adquisición duradera, mientras que el problema, no resuelto en absoluto, consiste en establecer lo que después de algunos años queda de los conocimientos testimoniados gracias a los exámenes superados, y en qué consiste lo que subsiste independientemente del detalle de los conocimientos olvidados. Sobre estos dos primeros puntos no sabemos apenas nada.

En segundo lugar, un circulo vicioso, y mucho más grave aún, pues se pretende juzgar el valor de la enseñanza escolar por el éxito en los exámenes finales, mientras que, de hecho, una buena parte del trabajo escolar está influida por la perspectiva de tales exámenes y, según los buenos espíritus, deformada gravemente por esta preocupación que se convierte en dominante. Está claro, por tanto, que, con toda objetividad científica e incluso con' todo el respeto que se debe a los padres y especialmente a los alumnos, la cuestión principal de un estudio pedagógico de rendimiento escolar seria comparar los resultados de las escuelas sin exámenes, en las que los maestros juzgan el valor del alumno en función del trabajo de todo el año, y el de las escuelas ordinarias donde la perspectiva de los exámenes quizá falsea a la vez el trabajo de los alumnos y el de los mismos maestros. Se contestará que los maestros no son siempre imparciales, pero ¿las parcialidades locales eventuales causarían más estragos que las partes aleatorias y de efectivo bloqueo que intervienen en todo examen? Se responderá también que los alumnos no son cobayos para someterse a experiencias pedagógicas, pero ¿las múltiples decisiones o reorganizaciones administrativas no conducen igualmente a experiencias cuya única diferencia con las experiencias científicas está en que aquéllas no imponen controles sistemáticos? Se contestará, finalmente, que los exámenes pueden comportar una utilidad formativa, etc., pero eso es precisamente lo que se tratarla de verificar mediante experiencias objetivas, sin contentarse con opiniones aunque sean tan autorizadas como las del experto, tanto mas cuanto que esas opiniones son múltiples y contradictorias.

En consecuencia, sobre todas estas cuestiones fundamentales y muchas otras, la pedagogía experimental que, sin embargo, existe y ha proporcionado ya un gran número de trabajos de valor, aún siguen siendo muda y atestigua la sorprendente desproporción que aún subsiste entre la amplitud o la, importancia de los problemas y los medios movilizados para resolverlos. Cuando un médico utiliza una terapéutica interviene también un cierto grado de empirismo y, ante un caso particular, nunca se tiene completamente la certeza de si son los remedios empleados los que han conducido a la curación o si la vis medicatrix naturae hubiera hecho los mismos efectos. No obstante, existe un considerable cuerpo de investigaciones farmacológicas que, unidas al progreso de los conocimientos fisiológicos, proporcionan una base cada vez más seria a las instituciones clínicas. Por tanto, ¿cómo les posible que en el campo de la pedagogía, donde el porvenir de generaciones crecientes está en juego al menos en el mismo grado que en el dominio de la sanidad, los resultados de base sigan siendo tan pobres como indican algunos pocos ejemplos?